sábado, 7 de octubre de 2017

INVERNADERO.





La primera emoción
fue el olor de la tierra
mojada, oscura y fría
en un mundo vidriado.
En sus tiestos, las plantas
desconocidas, nuevas,
me miraron de pronto
como seres benignos
que pedían respeto
dándome su cariño.

Voy por un nuevo reino
donde un zarcillo avanza
y se prende en mi mano,
y todo es muy distinto
y es fragante el helecho.

Pero es hosco este abuelo.

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