lunes, 24 de abril de 2017

EL GUARDIÁN DE LOS SECRETOS. Óscar Hernández Campano.



No siempre es sencillo saber cuándo un autor ha venido para quedarse. Hay novelistas que un buen día llegan a nuestras vidas y nos convencen de tal forma que leeremos cualquier cosa que escribieran, incluso si el género no se adapta a nuestros gustos.
Pienso que es difícil presentaros una novela tan bien armada y con tanta fuerza como “El guardián de los secretos”. La intensidad del estilo del autor es de tal calibre que no  deja de asombrarnos con cada una de las páginas que iremos leyendo, como sucedió en su anterior libro: “El viaje de Marco”.



SINOPSIS: Por el amor de tu vida cualquier riesgo parece pequeño. Incluso la muerte. La vida de Miguel cambió para siempre cuando su padre, un alto cargo de la República, lo envió a un pequeño pueblo del Mediterráneo durante la Guerra Civil. Allí, a los pies del castillo de Peñíscola, conoció al guardián de los secretos, un joven con una misteriosa relación con el mar por el que tanto su vida como la de sus familiares corrieron grave peligro. La intolerancia de la sociedad y el inevitable avance de las tropas franquistas llevaron a Miguel a vivir una intensa aventura en uno de los contextos más duros y tristes de la historia reciente de España. ¿Puede una historia que pasó hace tantos años enfrentarte a tu propio destino?








Cualquiera que sienta pasión, pasión verdadera, por la literatura (esos a los que con una bellísima palabra el diccionario de la R.A.E. define como letraherido) sabe de las múltiples y profundas emociones que la lectura de un texto notable puede despertar en el lector. La complicidad, que nos dibuja una sonrisa en los labios; el desamparo, que nos envuelve en su silencio frío, la belleza, que se manifiesta en la sensación de no poder seguir leyendo tras tanto fogonazo; la tensión, en la avidez de las manos que nos tiemblan pidiendo más y más rápido.
“El guardián de los secretos” es una de esas hermosas historias descritas anteriormente, rica en detalles y que supone un viaje a través del tiempo de ochenta años de diferencia. Una historia que enamora con vidas paralelas que caminan afanosamente con el único objetivo de conocer toda la verdad por dolorosa que ésta pueda resultar. Y que poco a poco, ésta irá saliendo a la luz, trayendo consigo una serie de biografías cruzadas que vienen de lejos y que pasan por todos los capítulos de la historia de la España del pasado siglo: la república, la guerra, la posguerra, la España franquista. A través de unos protagonistas cuyos secretos inconfesables y sorprendentes arrastraran a unos y otros a un torbellino vivencial y emocional que cambiará sus vidas de una manera radical.
La novela es una narración que supone un viaje a través del tiempo. Es decir, es el reflejo de una España con los conflictos que marcaron una época triste para el pueblo, se convirtiéndose como telón de fondo de una maravillosa aventura romántica. En el caso de esta obra, os vais a encontrar con dos historias, dos líneas argumentales, o en realidad una historia en dos momentos diferentes: la España de finales de los treinta y la actual. Por una parte, en el presente tenemos a Enare -una de las protagonistas-, una joven enfermera, a la que contratan para que cuide a Miguel, un famoso escritor, que está en fase terminal de un cáncer, pasa los últimos meses de su vida escribiendo su última novela en la cual necesita rendir cuentas y ser honesto consigo mismo. Por otra parte, a ese momento histórico se le suma la ambientación en el pueblo de Peñiscola, sus gentes, su castillo, su mar. Es ahí, en ese entorno, donde narra la historia de amor entre dos jóvenes de mundos opuestos que se ayudarán, se complementarán y se enfrentarán no sólo a la guerra, sino a la intolerancia e incomprensión del mundo. Recrea con habilidad este trasfondo seco de miedos, terror, represalia y sobre todo, silencio, esgrimidos por las fuerzas del poder y la sociedad.
El lector se adentra en la novela que dará a conocer la verdadera historia del pasado del escritor, todo lo que ocurrió en aquellos últimos meses del fin de la segunda República y la Guerra Civil.
Es decir, lo que ha hecho Oscar Hernández, en su libro, es imaginar una de las tantísimas historias que pudieron darse en aquella época mediante la voz de Miguel en la actualidad recordando el verdadero amor de su vida.
Evidentemente, esto es precisamente lo que me encanta de su novela, que haya incluido una historia de descubrimiento de amor adolescente entre dos chicos en ese contexto. Donde el sexo, en esa atmósfera tiznada de gris, se revela como un bálsamo “engañoso” que lo restaña todo.
La novela toca muchos temas y todos de una forma muy elegante y sencilla, con una sensibilidad exquisita, sin recrearse en el sentimentalismo. El amor, la ternura, el miedo, la soledad, la culpa, la guerra, la muerte, la magia, el enigma; llenan cada línea de las dos historias paralelas que Oscar Hernández -autor afincado en Valencia- teje con maestría, como están tejidas las redes de los pescadores, para que nada se queda fuera de la trama.
“El guardián de los secretos” es una novela intensa que profundiza y bucea sin mesura en la naturaleza humana, nos lleva a un viaje interior. Ya que, es una novela, que nadie puede salir indemne. Los sentimientos y las emociones están presentes en cada página y en cada palabra, nos llega al corazón, nos indigna, nos remueve por dentro y nos hace pensar. Nos devuelve a una realidad inesperada y perturbadora pero a la vez soñadora y mágica, en la que se constata que el primer cómplice -¿o víctima?- de la trama no es otro que el lector.

Una vez más, como hizo con “El viaje de Marco”, este mago de las letras, hace desfilar ante nosotros todos sus personajes. Tiene la habilidad de coger al lector de la mano y lo sienta junto a los protagonistas para que viva y sienta con ellos. Porque si algo sabe hacer el autor es hacerte vivir en el mundo que crea con sus palabras y te atrapa entre sus páginas
Indiscutiblemente, hay un protagonista en esta historia: el amor. Pero el amor incondicional; ese que no entiende de sexo, ni razas, de condiciones sociales, ni de tiempo.
Pero también estamos ante una historia en la que la vida de los personajes es el gran fundamento del argumento. Cada uno de ellos tiene una gran importancia en el conjunto de la narración. Todos tienen una pasado del que a veces es mejor huir o del que cambiarían si la fuerza del tiempo les ayudara, pero parece ser, que ellos han sido predestinados a juntarse  y a que el rumbo de sus vidas dé un cambio.
Nos encontramos con unos personajes, tanto principales como secundarios, que tiene un gran peso en la novela. El autor va desvelando a golpe de datos, recuerdos y situaciones quienes son. Los define tan verdaderos y sólidos, los muestra tal y como son, con sus virtudes y sus defectos, con una naturalidad asombrosa. Nos detalla cómo son capaces de oler el mar, el salitre, la piel, la pólvora, que como son capaces de escuchar el oleaje, las bombas o los susurros de los personajes cuando se aman; o cómo son capaces de enamorarse cada uno de los protagonistas. Porque gustan, enternecen o desquician y puede que su personalidad resuene en la vuestra.
Con maestría hace de sus vidas insignificantes un mapamundi de emociones y de encuentros, de decisiones e ilusiones que nos conmueven y nos descolocan a la vez, igual que la vida misma. Porque una cosa está clara, todas las historias merecen ser contadas, aunque quizás unas más que otras.
Así, por ejemplo, “El guardián de los secretos”, en mi opinión, otorga una cercanía al lector y requiere cierto tiempo para despedirnos como es debido de sus personajes, para que no nos duela decir adiós para siempre a esos seres imperfectos y reales,  prometedores y sencillos que están aprendiendo a lidiar con la vida, y en contadas ocasiones lo consiguen.

En este libro nos encontramos con una trama de dos hilos narrativos y con saltos temporales. Sólida y bien engarzada que iremos conociendo a través de los ojos de cada uno de los distintos protagonistas.
Su condición de ingeniero del lenguaje que al tiempo juega a la arquitectura con la narración, el escritor, pinta con las texturas, fotografía las imágenes vívidas de muchas escenas y lugares componiendo música para una orquesta afín de palabras. De igual manera, mezcla como un torrente tiempos y géneros, voces y silencios, verdades a medias y medias mentiras. Equilibrista nato, la magia de sus palabras, hace que el lector crea fisonomías, paisajes, olores, texturas y sonidos. Sumergiéndolo en este océano de sonidos y sentimientos, de dolor y gozo que el autor ha creado con habilidad. Es una delicia revivir historias propias en los símiles y metáforas de las que Hernández nos hace cómplices. Dosificar, disfrutar a sorbos, a capítulos cada escena, cada confidencia de sus personajes, cada secreto que confiesa a las caracolas el muchacho con la mirada de miel.
Esta obra instala el argumento en la vida de los personajes, es decir, la trama no tiene carácter por sí misma, sino que consiste en ir conociendo la evolución de cada uno de ellos. Así, el narrador valenciano va intercalando las rutinas, pensamientos y sentimientos de un puñado de protagonistas que darán luz al libro.
Está escrito con una delicadeza afilada y extrema, cuidando cada palabra, cada detalle y cada aspecto, brindándole a la lectura un ritmo pausado pero constante. Puede resultar que no pase nada en algunos capítulos pero cada uno aporta su grano de arena formando una gran montaña difícil de saltar sin salir rozado. Pero es más, es una novela de evolución, de riesgos, donde abandona la comodidad del escritor narrativo para jugar con el lector. Para hacerle partícipe de la historia, para que sufra y se emociones o se estremezca. Hay frases de un dolor demoledor en este libro.
Una historia rotunda, rica y poliédrica y a la vez sencilla y fácil, con una carga emotiva que atrapa al lector desde la primera página. Te anima a que pases las páginas de la novela queriendo avanzar a pasos cortos y de puntillas. Para no molestar a sus protagonistas, para convertirte en un espectador más, sin querer interrumpir al novelista  que magistralmente va cambiando para ser siempre el mismo.

Si con “El viaje a Marco” conmovió, con esta novela ha superado con creces todas las expectativas de la anterior. Una madurez narrativa y demoledora, una envidia por la belleza que hay entre sus páginas. De eso trata “El guardián de los secretos” una novela emotiva, reveladora, honesta, sincera, mágica, única, poderosa.
Es como el vodka, empieza suavemente, pero intensa, que se te anudará en la garganta.
Un derroche de sensibilidad y emociones. Toca el corazón y el alma. Se te agarra y no se desprende. Y te metes en ella y la haces tuya. Y ella se hace tuya. Y te posee como sólo lo hacen los buenos amantes. Porque “todos tenemos hipotecas emocionales”.



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