viernes, 4 de noviembre de 2016

EL HERMAFRODITA.



 

Sueña con el esplendor de la Roma imperial
con los ambiguos efebos y los Césares fogosos
con los Generales que le dan a sus varoniles soldados
el carmín de sus labios y pintan sus mejillas.

Sueña con el augusto súcubo Heliogábalo
levantando un magnifico altar al falo.
En el innoble Nerón en los amores ideales:
Adriano que llora a su esclavo Antínoo.

Sueña con los jóvenes afeminados de Atenas
dándose orgullosos al abrazo de los guerreros vigorosos...
El adolescente cierra los ojos en la plenitud de la noche
extasiado en los deseos de los perfumes febriles.

¡Oh! Entre los aromas alborozados del parque...
tener en esta soledad amplia y serena
sobre sus ojos la ternura exaltada de una mirada
¡sobre su boca la pasión ardiente de un aliento!...

El muchacho sueña con un hombre maravilloso,
infinitamente dulce pero viril como un animal.
Duerme en el lago inmenso de sus anchos ojos
que tienen el color triste y marchito del otoño.

El hombre acaricia su cuerpo con sus dedos largos
y lentamente, ardientemente, saborea sus labios
su carne se estremece con profundos espasmos
y nace en su corazón un delirio suave...

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