sábado, 22 de agosto de 2015

MI JARDÍN DE LOS SUPLICIOS.





 


En el jardín secreto, bajo el árbol,

despacio, muy despacio, desataste mis trenzas

y luego, impetuoso, porque yo sentí frío

y terca me negaba, arrancaste mi ropa.

Con cíngulo de larga enredadera

la deslucida organza que sirviera de colcha

a la cuna común, experto me ceñiste.

En la callada hora, muy lejos de los padres,

con jugo de geranios la boca me teñías

y ajorcas vegetales en mis breves tobillos

se enroscaron.

Bailé furiosamente.

Cual halo tras de mí henchíase la túnica,

en torno a ti crecían los aros de mis huellas.

Yo, tanagra diversa, evasivo laurel y tú quieto.

Perfectamente quieto.

salvo el brazo con el que me flagelabas.

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