sábado, 22 de noviembre de 2014

LÁGRIMAS DE ORO.





 
 
Una noche, Jesús, meditabundo,
con sus ojos tan grandes y tan tristes,
entre las sombras contemplaba al mundo.
La obscuridad en torno se extendía
como una mancha de carbón, y el cielo
un inmenso sudario parecía.
  
Y al contemplar la ingratitud humana,
más negra que la noche, más obscura
que las misma tinieblas, con tristeza,
con profundo dolor, con amargura
inclinó sobre el pecho la cabeza
y lloró…,lloró mucho….

Lentamente Jesús abrió los ojos,
esos ojos tan grandes y tan tristes,
que parecían llorar eternamente,
y al mirar en la bóveda sombría,
semejante a un obscuro terciopelo,
se secaron sus lágrimas… ¡Había
un enjambre de estrellas en el cielo!

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