domingo, 13 de julio de 2014

UN DÍA TOMÉ ENTRE MIS MANOS...



 



Un día tomé entre mis manos

 tu rostro. Sobre él caía la luna.

 El más increíble de los objetos

 sumergido bajo el llanto.

 Como algo solícito, que existe en silencio,

 tenía que durar casi como una cosa

 y con todo nada había en la fría noche

 que más infinitamente se me escapara.

 Oh, porque desembocamos en estos lugares,

 se apresuran hacia la pequeña superficie

 todas las ondas de nuestro corazón,

 voluptuosidad y desfallecimiento,

 y al fin, ¿a quién ofrecemos todo esto?

 Ay, al extraño, que nos ha malentendido,

 ay, a aquel otro, que nunca hemos encontrado,

 a aquellos siervos, que nos han maniatado,

 a los vientos de primavera, que se han desvanecido,

 ya la quietud, la perdedora.


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