viernes, 21 de junio de 2013

JUNIO


 Ilustración Anna Silivonchik.
 
 
Más que amor lo que el verano trae es quimeras,
deseos que se confunden en las manos, afanes que la tarde
acaba diluyendo. El verano comienza en una ola
que rompe por sorpresa el sonido, luego espuma, sólo
espuma nos queda en los pies donde vaga la mirada
perdida.
 
El verano es un canto deshecho en las orillas,
sirenas sorprendidas, náyades, deidades dispuestas
al sacrificio, surgen de la más íntima dignidad de las aguas,
sirenas nuevamente suben las escotillas, el saxo se pregunta
por el trayecto del caza que en el cielo, no lejos, ilumina la playa
de pólvora y gemido. Luego la sangre viene a invadir los océanos,
acaba por abrir las playas al vacío y el hombre aquel, caído,
cencido por el tiempo, otra vez incorpora su fuerza
a las fuerzas que duermen en la arena. Un hombre cae
cada vez que el verano avanza por la orilla, un hombre
vencido a cada instante del odio de los elfos, del odio
en las esquinas expuesto.
 
Nace el verano y más que amor lo que llega
es la vida, otra vez resbalando desde nuestro costado donde heridas
profundas se han hecho laberintos, donde pueden venablos acudir.
Más que amor, el verano nos deja renovada la soledad que flota
como escarcha de fuego, ceniza para siempre
y desde siempre, en los labios.
 

Poema de "Elegía y no"

 

 

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