viernes, 22 de febrero de 2013

BELFONDO. Jenn Díaz.




La novela está compuesta por veinte capítulos que, como fragmentos de un espejo roto, cuentan las historias individuales de los habitantes de Belfondo al mismo tiempo que crean una imagen sólida y compacta de la vida en el pueblo. Los diferentes personajes se entrecruzan, en mayor o menor medida, en las diferentes historias, y terminan reuniéndose en el capítulo o historia final. En Belfondo cabe de todo: desde amores prohibidos o inconfesados, pequeñas y ridículas venganzas y abusos terribles, hasta trabajos de lo más curiosos.



Belfondo es una pecera. Un pueblo creado por un cacique haciendo uso de sus tierras. Hasta él han llegado sus pobladores para comenzar una nueva vida, para huir del pasado o para asentarse definitivamente en un lugar donde el amo les proporcione trabajo, comida y cama. Evitando el exterior, el propietario del pueblo hará de él el único espacio que realmente vale la pena, el verdadero. A pesar de las experiencias que algunos  han tenido en el exterior, siempre acaban regresando. Con el paso del tiempo, cada uno ha ocupado su lugar. Arcadio, como maestro que enseña a todos menos a Otile, su esposa, a leer y a escribir. Horacio, el enterrador poeta, que se dedica a escribir epitafios en vida. Sontano, el cura invidente que recibe a Dios sin saber que éste es, en realidad, la mujer del amo. Beremunda, la prostituta que desconoce la familiar identidad de uno de sus clientes. Los empleados de la fábrica, muchos de ellos niños, que callan sus secretos. O la mujer del maestro que, sin saber leer, intentará interpretar el texto de una carta que, sospecha, es amorosa. Todos forman parte del microclima de Belfondo y actúan a espaldas del amo, curiosos por las vidas de sus vecinos, mezclándose atraídos por el deseo y el remolino de los sentimientos, inocentes y salvajes, pero con la inquietud y la necesidad de saber qué hay más allá de los límites del pueblo.

Complejo es el mundo en el que vivimos y nos criamos, deseando siempre escapar hacia la maravilla desconocida, dejar atrás aquello que avergüenza y estrangula los deseos de nuestros sueños, las verdades ocultas, apagadas, ponzoñosas de haber sido siempre referidas como si fueran enfermedades y pestilentes, alejada y oculta y silenciosa la verdad, sobre todo para uno mismo cuando aquella verdad, no depende de otros.


Hay algo maravilloso en este Belfondo y es su fuerza, la desfachatez de la juventud de su autora, que pone toda la carne en el asador en su primera novela. Jenn Díaz,  es poseedora de una prosa sencilla y rápida, que bebe de lo poético y se adapta a la cotidianidad del lenguaje de los habitantes de esta colonia fabril que es el Belfondo del título. Es ésta una novela que se devora, un debut cargado de buenos propósitos, una carta de presentación que augura un futuro prometedor a su autora.






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