miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL ASTRÓNOMO.


POEMA DE WALT WHITMAN.
 
"La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación envuelve al mundo"
Albert Einstein.
(Cita incluida en el libro, última página)



Ilustración Loren Long.

El otro día fui a casa de una amiga, tiene un niño de 8 años que se llama Adrián, al sentarme en el sofá con una gran ilusión el niño vino a enseñarme el cuento que su madre le había comprado esa misma tarde. Lo sostuve  entre mis manos; Adrián me dijo, que su madre, le había prometido que se lo leería esta noche.
Me quede solo en la sala de estar leí el titulo: "EL ASTRÓNOMO" de Walt Whitman. Sin poder evitarlo lo leí, la verdad, me impresionó.

Cuando escuché al sabio astrónomo;
cuando las pruebas, las figuras, se alinearon frente a mí;
cuando me mostraron los mapas celestes y las tablas para sumar, dividir y medir, 
cuando, sentado, escuché al astrónomo hablar con gran éxito en el salón de conferencias, 
de repente, sin motivo, me sentí cansado y enfermo;
hasta que me levanté y deslicé hacia la salida, para caminar solo,
en el místico aire húmedo de la noche, 
y de cuando en cuando,
mirar en silencio perfecto a las estrellas.
 
Ilustración Loren Long.

La perfecta unión entre el poema y su iluminación: la combinación entre verso y color crea un cuento perfecto que te ayuda a comprender la poderosa afición del niño y como se contraponen, el rumor de las conversaciones sociales frente al silencio universal de un sistema solar, o la atracción hacia la curiosidad frente al discurso rígido y ensayado del astrónomo. Donde el niño pierde todo interés.
Es un canto al poder de la imaginación, al carpe diem, al poder de lo sencillo y de la belleza que nos rodea, y que solemos ignorar en nuestro vaivén diario. El cohete que le acompaña es la metáfora de su imaginación. El propio ilustrador convierte al niño con su iluminación, en una pequeña estrella dentro del libro; las imágenes ricas en color y calor y las palabras de emoción.


Reflexiono que de vez en cuando uno entra en crisis científicas. Uno pierde el norte, se aturulla, no sabe qué hacer. Se cansa y se repite una y otra vez “esto no es lo mío”. Pero, ¿qué es lo mío realmente?

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